Respirar con dificultad con la mascarilla en verano es inevitable, dado que el aire está más caliente y por tanto tiende más a expandirse, con lo que cuesta más introducirlo en los pulmones. Esto nos genera sensación de ahogo.
Por Jordi Sabaté
Madrid, 17 de julio (ElDiario.Es).- Mientras se extiende por más y más comunidades la obligación de llevar mascarilla aunque no se cumpla con la distancia de seguridad, el calor aumenta en todo el país y en el área mediterránea se acompaña de una humedad relativa muy elevada. Estos dos factores provocan que muchas personas tengan dificultades para respirar, al expulsar el aire caliente de los pulmones pero no poder introducir nuevo aire más frío.
De hecho, según datos la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), se está produciendo un aumento importante de peticiones de volantes que certifiquen patologías a los pacientes con el fin de conseguir la exención a la norma que obliga a llevar la mascarilla en la calle. “Es un aumento que nos preocupa, pues no creemos que salvo en casos muy contados, se deba ir sin mascarilla, ni si quiera en el caso de personas asmáticas”, explica Lorenzo Armenteros, médico y portavoz de la SEMG.
Armenteros explica la importancia de llevar mascarilla sin excepciones: “es la mejor protección contra los asintomáticos, que no sabemos quién puede ser uno de ellos y por tanto no nos permiten usar la mascarilla discrecionalmente”. Destaca que mientras el nivel de eficacia de los rastreadores y las pruebas PCR no sea muy alto, la mascarilla es la única defensa eficaz.
AIRE CALIENTE + HIMEDAD= HIPERVENTILACIÓN Y HONGO
El médico también explica que “respirar con dificultad con la mascarilla en verano es inevitable”, dado que el aire está más caliente y por tanto tiende más a expandirse, con lo que cuesta más introducirlo en los pulmones. Esto nos genera sensación de ahogo, pero detrás de la misma hay un proceso en el que interviene nuestro propio estrés ante la incomodidad.
“Sentimos la dificultad y nos ponemos nerviosos, por lo cual respiramos a mayor velocidad e hiperventilamos, lo que nos lleva a meter más oxígeno que a expulsar CO2, y el cerebro lo interpreta como que tenemos suficiente oxígeno, por lo que reduce la frecuencia y sentimos entonces como que nos falla la respiración”, explica Armenteros.
¿HAY SOLUCIONES A ESTE FENÓMENO?
El portavoz de la SEMG explica que no existe ningún truco, al estilo de los que evitan que se empañen las gafas o que nos rocen las orejas, para respirar mejor. Pero sí que hay cosas que podemos hacer para mejorar nuestras sensaciones. “La primera sería probar varias mascarillas hasta dar con la que nos dé mejor resultado, pues no todas se adaptan igual a las distintas anatomías.
“La segunda”, prosigue Armenteros, “es cambiar la mascarilla con la frecuencia recomendada por las autoridades”, ya que evitamos la acumulación de partículas gruesas que tapen los poros, como el polvo, los ácaros, etc., que a la vez pueden aumentar las alergias respiratorias. Con un cambio frecuente mejorará nuestra sensación respiratoria.
La tercera estrategia que propone el experto es practicar la respiración abdominal o diafragmática, consistente en respirar dilatando el abdomen en lugar de ensanchar el tórax. Entre los beneficios de esta técnica está el acompasar y ralentizar la frecuencia respiratoria, reducir el estrés y devolver el equilibrio O2 /CO2 a sus niveles normales, de modo que el cerebro no responda impidiéndonos respirar.
Y finalmente la cuarta técnica recomendada por Armenteros es contener la respiración unas decenas de segundos, tanto como podamos, para propiciar que se consuma el exceso de oxígeno y se reequilibren los niveles de O2 con los de CO2, de modo que el cerebro no frene la frecuencia respiratoria. Es lo que se conoce como respiración intermitente.